Capilla del Diablo

Capilla del Diablo

La provincia de Treviso se extiende en la zona oriental del Véneto, entre la faja de las lagunas y los prealpes del Bellunesse. Seguramente fueron los romanos los primeros habitan­tes del territorio que hoy es la comuna de Codogné. Los romanos lo dividieron en parcelas que asignaron a los legendarios, quienes volvieron al trabajo de agricultores. Pero el trabajo era duro y al aumentar la familia, la tierra resultaba insuficiente. Esta situación movió a Don Lorenzo Tomasella, ya fallecida su esposa Doña Luisa Pin, a inmigrar a América. Don Lorenzo Tomasella había partido de Génova, el 32 de marzo de 1899, en el “Vapor Olvia”. Llegaron a Buenos Aires el 30 de abril del mismo año. El 16 de mayo ingresaron al Hotel de Inmigrante al que se accedía en barcazas ya que las dársenas no existían. Continuaran viaje a Goya en barco. En la actual Avda. Sarmiento se encuentra emplazado en lo que era el Hotel de Inmigrante, hoy perteneciente al Ejército Argentino. Con Don Lorenzo Tomasella viajarón sus ocho hijos: Ca­talina ( 23 años), José ya casado con Antonia Zoilo, viajó con otro pasaporte, Constante (20 años), Juan ( 28 años), Santiago (15 años), Rosa (11 años), María ( 10 años), y Arcángela ( 7 años). Don Lorenzo Tomasella y sus hijos se instalaron en Colonia Carolina. Según el testimonio de Arcángela, como en la Colonia Carolina no había Iglesia ( la de San Antonio se empezó a construir en 1913) Don Lorenzo decidió construir una Capilla, con ayuda de sus hijos. Durante el desempeño del padre José Rodriguez, se tramitó con fecha 25 de junio de 1904 la solicitud de Don Lorenzo Tomasella para erigir en la Colonia Carolina, en un terreno de su propiedad, una Capilla bajo la advocación de Nuestra Señora del Buen Consejo. El Obispo de Paraná Monseñor Rosendo de la Lastra y gordillo, le autorizó la bendición de la “Primera Piedra” del futuro oratorio. Dice Arcángela: Comenzamos el trabajo el Viernes Santo. Mis hermanos decían: ¿ Para que vamos a trabajar hoy? Vamos a respetar la fecha, pero papá les contestaba que “lo nuestro era cosa de Santos”. Juan, el 4º hijo, recuerda: En un rincón del campo había un pequeño desnivel y se lo rellenó con tierra que se transportaba en un carro tirado por bueyes. Una de mis hijas, Luisa, que apenas caminaba, quedó bajo la rueda del carro cargado de tierra. Sentimos el llanto cuando ya había pasado la rueda sobre su cuerpo. ” Pero Luisa resultó ilesa”. Por ello agrega Juan: Ello nos llevó a que creyéramos en un verdadero milagro. No obstan­te, vi cerca una quijada de vaca, que coloqué debajo de la rueda, hice pasar el carro cargado y el hueso se rompió, lo que certificó que todo lo que ocurrió fue un milagro. Por eso papá hizo un dibujo donde ilustra este hecho. Este dibujo se conserva en la Capilla de Nuestra Señora del Buen Consejo. Para el 17 de mayo de 1909 el Padre Rodríguez informaba a su obispo que esa Capilla esta terminada y mide 12 metros de largo por 4 metros de ancho, tiene un pequeño altar mayor de mate­rial y en el se ostenta una imagen tallada de la Santísima Virgen del Buen Consejo. Tiene igualmente una pequeña Sacristía, una torre y dos pequeñas campanas. Creo que la Capilla esta en condiciones de bendecirse. Tanto el altar como las imágenes, los candelabros y el crucifijo fueron tallados por el mismo Lorenzo Tomasella. Posterior mente talló un retabló que reproducía el infierno.

Lamentablemente muchas de las figuras del retabló fueron robadas y llevadas a museos o forman parte de colecciones particulares. La Capilla estuvo clausurada a partir del año 1970 y reabierta al culto en 1977. En ella se encuentra una de las campanas que trajo Don Lorenzo Tomasella de Italia, la otra fue donada a la Capilla de la Virgen del Carmen en Isabel Victoria. Don Lorenzo Tomasella viajó dos veces a Italia para traer las campanas. Debido a que la Capilla estuvo clausurada siete años y en su interior está tallado el infierno los lugareños la bautizaron con el nombre de “Capilla del Diablo”. (Hoy integra el recorrido turístico de Goya) La Capilla del Diablo es el símbolo de la fé que animó a nuestros antepasados. No vacilaron en realizar innumerables sacrificios desde su partida del suelo natal. Pero cuando se trató de agradecer a Dios y a su Madre los beneficios recibidos, supieron hacerlo con humildad y sencillez, con lo mejor de sí mismos y con lo mejor que tenían a su alcance. Así la Capilla del Diablo, levantada por Don Lorenzo Tomasella y sus hijos es la admirable síntesis del aporte dado por los inmigrantes italianos a la tierra argentina.