Orígenes de Goya
Los orígenes de esta ciudad, la segunda en importancia en la provincia y cabecera del departamento del mismo nombre, se remontan a la segunda mitad del siglo XVIII y no hubo una fundación precisa.
Por disposición del teniente de gobernador, don Juan García de Cossio, del 29 de agosto de 1771 le fué conocido al portugués don Bernardo de Olivera, casado con doña Gregoria de Morales y Alegre, un terreno que había solicitado al Cabildo de Corrientes se le diera en depósito describió como vaco, yermo y despoblado, para podar criar algunos animales y así mantener a su crecida familia, que «está en la otra banda que llaman Santa Lucía, en la costa del río Paraná, que esta lindero al poniente y al este del camino Real que pasa a Santa Fe; al norte, la isla de los Mojones, que será el fondo dos leguas al sur y la frente del Paraná al camino Real que será como una legua cuyo terreno estoy presto a poblarlo”.
Cinco meses después que Olivera se presentó don Francisco Antonio de Soto, hijo de doña María Francisca Gil Fernández de Leuza de Soto, solicitando el mismo terreno, que el Cabildo le habla otorgado a su madre el22 de abril de 1771. El 4 de febrero de 1772 dispuso el Ayuntamiento que el campo le fuera entregado a Soto, cosa que se cumplió el 7 de junio de 1773. Al pretender poblarlo encontró a Olivera que ya estaba establecido y, al solicitarle éste autorización para permanecer en el lugar, en principio lo autorizó a quedarse, aunque en noviembre dc 1774 pretendió desalojarlo y si bien el teniente de gobernador hizo lugar al pedido, luego aceptó la apelación de Olivera. El pleito fue largo y recién a fines del siglo se le dio la razón a Soto cuando éste, por diversas razones, ya había perdido interés en las tierras.
Posteriormente hubo otros reclamantes de las tierras, pero Olivera siguió en ellas llevando una vida modesta. Para afirmar SU derecho al lugar donde estaba SU estancia le dio el nombre de Goya, apodo de su mujer, doña Gregoria de Morales.
Con ese nombre comenzó a conocerse a un pequeño embarcadero para canoas, lanchones y embarcaciones menores que se hallaba ubicado sobre el Paraná a unos cien metros de su casa. Según dice Arturo do Carranza, por primera vez aparece su nombre en un documento oficial, el 21 de marzo de 1792, al detallarse una carga de cueros a embarcar en “el puerto que llaman Goya”. Los hijos del matrimonio Olivera formaron sus familias y se instalaron en predios aledaños al de sus padres, contribuyendo al afianzamiento de la población. Doña Goya, la que sin proponérselo dio su nombre a esa importante ciudad correntina, murió a principios del siglo XIX. Poco después eliminaron las gestionas de desalojo iniciadas por los Soto y don Bernardo Olivera y todos sus descendientes tuvieron que abandonar el lugar, encontrando refugio en los campos de su antiguo apoderado, don Antonio Hidalgo, sobre el arroyo Batelito, a cinco leguas al sudeste del pueblo que comenzaba a crecer. Olivera murió el 22 de febrero de 1815, cuando era ya más que centenario.
Y, finalmente, transcribimos lo que nos dice de Carranza sobre el poblamiento de la zona: “El poblado se fue configurando y creciendo con los miembros de la familia Olivera-Morales principalmente, sus hijos, yernos, nueras y los nietos que empezaron a nacer, algunos de los cuales eran bautizados en pequeños oratorios, pero se registraron en la parroquia de San Roque.
También varios integrantes de la familia Soto, sus rivales en el pleito de desalojo y otros vecinos que poseían establecimientos ganaderos en los parajes de Santa Lucía, Maruchas, Batel y Mojones, fueron avecindándose en las cercanías del embarcadero”.
Juan Francisco de Soto fue, a su vez, quien donó los terrenos para la iglesia y el cementerio, que quedaron terminados en 1810.
GOYA, CIUDAD AMIGA
He aquí una pequeña crónica, de una ciudad amiga. llamada Goya, en la provincia de Corrientes, República Argentina.
Goya tiene la calidez íntima de un apodo: de un apodo dc mujer. Una mujer con su leyenda. ¿Quién habrá sido esta mujer? la rodea, todavía, un halo misterioso; lo que a su respecto se afirma tiene ese encanto inefable de las finas hipótesis razonables; una aproximación a la verdad, sin mucha precisión. sin esa pequeña tristeza que da lo definido y definitivo, lo inmodificable. Su ser histórico está todavía “siendo”, esperando ser develado, doña Goya atesora una incógnita. Según antigua tradición oral su nombre fue Gregoria -a las Gregorias se las apoda Goya- y sería de las primeras pobladoras. ¿Qué hacía doña Goya? “Ña Goya” tenía un boliche; el boliche hizo fama entre los navegantes, que hallaron en esta margen izquierda del Paraná Mini un puerto propicio, entre otras cosas, para el negocio dc cueros. Seguramente algún atractivo le añadiría el hecho de que no siempre se pagaría el tributo que oste negocio debería rendir a las arcas reales. En la zona fronteriza de dos ciudades, en los “Mojones”, ¿Quién debía recaudar? paradójicamente tenía la imprecisión del límite. Los romanos para evitar conflictos entre los dioses lares de los fundos contiguos. tenían un dios del límite. el dios “Término” que aquí habría sido propicio al contrabando.
El Paraná Miní, hoy “Riacho Goya”. es un brazo del río Paraná a cuya margen izquierda. a 220 km. al Sur de Corrientes. se alza la ciudad de Goya.
Goya no fue fundada, no nació al calor de la vocación de crear ciudades de los españoles. Su asiento físico. la segunda meseta del valle del río Paraná. no es el más apropiado, expuesto como está a periódicas inundaciones por la crecida del río.
El paraje donde se asentó la población, por propia iniciativa, se llamaba “Los Mojones” ¿Qué marcaban estos mojones? Marcaban los límites entre las jurisdicciones de las ciudades de Corrientes y Santa Fe..
Los agrimensores los implantaron en 1674, en el “…cabo y remate de los anegadizos grandes. que dista del río de Santa Lucía a la parte del Norte, 9.340 varas castellanas sobre la costa del Paraná Grande, dejando cl referido mojón por perpetuo y’ desde él partieron y dividieron la tierra de poniente al este y hacia el río Uruguay…”.
El 12 de junio de 1.762 doña María Josefa de Soto de Gómez Botello pidió al Cabildo de Corrientes un lugar de estancia en la otra margen del río Santa Lucía. Un pedido igual, hecho anteriormente por su esposo. Juan Gómez Botello, había sido rechazado por ser “…extranjero y no haber contribuido, ni él ni sus antecesores a la formación de esta República.” era portugués y no andaban en buenos tratos por entonces, las coronas de España y Portugal. La merced le fue concedida a doña María Josefa. “en depósito” el 1 6 de marzo de 1763.
La madre de doña María Josefa. Maria Francisca Gil Fernández de Leuza de Soto, solicitó a su vez al Cabildo otro terreno al sur del concedido a su hija. Le fué otorgado el 22 de abril de 1771.
Las matronas estaban a la orden del día en esto de gestionar tierras.
El 20 de octubre de 1766, el maestre de campo don Ignacio de Soto, tesorero de la real Audiencia, -esposo de doña Maria Francisca Gil Fernández de Leuza, y padre de doña María Josefa de Soto de Gómez Botello- pidió al Cabildo una merced de tierra sobre la margen izquierda del río Santa Lucía (afluente del río Paraná) “…contigua a la que se depositó a su hijo don Pedro de Soto en la costa de dicho río arriba; pidiendo se le ampare en el que solicita para su hijo Juan Francisco…”.
En abril de 1771 al Teniente de Gobernador don Lázaro de Almirón hizo la merced de la tierra solicitada.
Luego aparece en escena don Bernardo de Olivera, portugués, quien también pidió en depósito un terreno, según el acta del Cabildo de Corrientes del 14 de septiembre de 1772, autoridad que determina que el solicitante ocurra al Teniente de Gobernador, por hallarse las tierras fuera de la jurisdicción de la ciudad.
El Teniente de Gobernador Juan García de Cossio concedió en depósito la tierra solicitada el 29 de agosto de 1771. Esta fecha trae De Carranza citando la fuente: “A:G:N: – Legajo Sala IX-42-6-1-Expte.1 1” (Los Primeros Pobladores de Goya, Amerindia, pags. 13 y 24), no coincide el año con el acta capitular citada por Federico Palma (14 de septiembre de 1772) pues el Gobernador habría otorgado la tierra antes de haber sido pedida; además Palma dice que fue el Cabildo quien la concedió.
Don Bernardo de Olivera, nacido aproximadamente en 1710 en Rañados, Consejo de Medas, Distrito de Guardas, en el reino de Portugal llegó a América en 1743.
Contrajo matrimonio en Saladas, el 19 de mayo de 1761 con doña Gregoria Morales y Alegre, bendijo la unión el párroco José de Casajús, ante los testigos Diego Sandoval y Pedro Quintana.
Cinco meses después que Olivera, don Francisco Antonio de Soto, hijo de don Ignacio de Soto y doña María Francisca Gil Fernández de Leuza, compareció ante el cabildo de Corrientes, pidiendo en concesión la misma tierra otorgada a Olivera, ante la imposibilidad de sus padres de ocuparla.
El 4 de febrero de 1772 el Cabildo de Corrientes, hizo lugar a la solicitud. El historiador don Pedro Cassani refiere: “…relatos de personas muy serias, de bastante edad, que aún viven, recuerdan haber conocido o tenido referencias de la existencia de una mujer de nombre “Facoba” Olivera (el nombre verdadero Jacoba) que vivió hasta principios de nuestro siglo en la 5a. sección de este departamento y que decía ser nieta o sobrina nieta de doña “Goya”.(CASSANI, Pedro Antonio: “Recopilación de Datos y Ensayo Histórico Referentes a la Ciudad de Goya”, 1960, VI, pags 35/36). Sobre la base de este testimonio que refleja una tradición oral, el historiador dedujo, razonablemente, que el apellido de doña Goya” podría haber sido Olivera o de Olivera”. Era la primera vez que aparecía publicado este apellido vinculado a doña Goya.
En diciembre de 1962 se publicó el trabajo del historiador Federico Palma, que hallé los antecedentes documentales de la merced concedida a Bernardo de Olivera. Como en una carta se lo menciona como Bernardo Goya” supone que sería éste el origen del topónimo.
El historiador Manuel F. Mantilla dice:”En el asiento actual de Goya, campo entonces de Juan Francisco Soto, se establecióuna especie de factoría para comerciar con los navegantes que buscaban abrigo en el riacho de ese lugar. La iniciativa fue de una emprendedora china mestiza. de nombre Gregoria, que puso allí un miserable negocio sus clientes la llamaban ña Goya. El boliche de ña Goya tomó nombre, atrajo pobladores, se formó rápidamente una ranchería, el comercio de la comarca se concentró allí, y luego creció el caserío y adquirió importancia el puerto de Goya”. El caserío levantado con base del boliche” de ña Goya no se preocupó a los principios de tener capilla, pero, sí mucho de crecer; hacía comercio activo de todos los productos correntinos con los navegantes que bajaban del Paraguay, así como con los que remontaban el río desde los puertos de abajo”. Formaba parte integrante del partido Mojones, y tenía cerca los de Maruchas y Batel. con una población de 255 españoles (nativos y criollos) y 379 naturales.” (MANTILLA. Jose Florencio:“Crónica Histórica de la Provincia de Corrientes”, Bs. As., 1928. págs. 141 y 149).
Federico Palma se pregunta en el trabajo referido cuál sería la laboriosa china mestiza de que habla Mantilla “Fue acaso la propia esposa de Olivera o Goya. a quien llamarían doña Goya como pudieron llamar doña Ramírez o doña González, afrentando las buenas normas idiomáticas? ¿Perteneció a la servidumbre de Goya?. Preguntas son estas, que por ahora, constituyen misterios históricos.” (PALMA, Federico: “Orígenes de la Ciudad de Goya”, Resistencia (Chaco). 1962, NORDESTE, Rey. de la Facultad de Humanidades de la Universidad Nacional del Nordeste, pág.168).
El misterio principió a develarse por el Mayor Arturo de Carranza, quien hallé la partida de matrimonio de Bernardo de Olivera con Gregoria Morales y Alegre, en la Iglesia de Saladas. ¡Aquí estaba la “Gregoria”, esposa de Olivera, poblador, de los primeros del lugar, donde habría posteriormente de asentarse la ciudad!. La investigación de su árbol genealógico. realizada por el mismo investigador, condujo a Jacoba Olivera, efectivamente nieta de Gregoria Morales de Olivera, quien, según la tradición oral recogida por don Pedro Antonio Cassani se decía nieta de “Doña Goya” (DE CARRANZA. Arturo: “Los Primeros Pobladores de El historiador Cassani hace una referencia, casi poética: “Por todos los antecedentes que hemos podido reunir, podría no ser una fatntasía utópica afirmar que la vida de “Doña GOYA” tiene aureola de leyenda que su espiritualidad se estará manifestando de continuo en alguno de los lirios silvestres que afloran en los prados del legendario “puerto”. donde “ella” vino a recalar, vaya a saber por qué sino de su destino, en estas barrancas del Paraná Miní, donde habría de perpetuarse su simpático “apodo”.
“Como justo reconocimiento la reverenciamos, con nuestro amoroso recuerdo de hijos agradecidos, a quien no fue un mito sino una persona con nombre y apellido.” (CASSANI, Pedro Antonio: “Etimología de un nombre: “GOYA”, nota, LXV, Goya Visión, junio de 1999. págs 26/27).
La historia “es una profecía hecha hacia atrás” y los profetas suelen no coincidir, esto es lo humano, falible y provisional de esta disciplina. Mientras no pueda probarse, documentada e indiscutidamente. que (doña Goya, dio nombre a la ciudad, permítannos que nos alberguemos en el dulce cobijo del misterio de su apodo sugerente y cálido, cultivado por una ininterrumpida tradición oral, por la opinión de serios investigadores, con la base de una partida de matrimonio entre Bernardo de Olivera y Gregoria Morales y los documentos que permiten afirmar que aquel obtuvo y perdió la merced de la tierra y vivió, de los primeros en el lugar con su familia. y que tuvo una nieta. Jacoba Olivera, que según testimonios serios, expresaba el orgullo de ser… nieta de doña Goya, la fundadora… esta ley provisional, como una.