Con una impresionante presentación, “Chingui” y “Chingoli” dejaron bien alta la vara de la última noche. Recorrieron con el sentimiento y la convicción chamamecera el repertorio de Mario. Todos se hicieron homenaje en este espectáculo inolvidable que realizaron.
La imponente gráfica de las pantallas, la musicalidad creativa y la nostalgia que se apoderó de todo el Cocomarola y un introducción al nivel de los mejores espectáculos del país, pintaron una propuesta inigualable para el mejor homenaje a Mario Bofil que nadie pudiera hacer más que sus propios hijos. Una introducción que inyectó nostalgias y agradecimientos a uno de los mayores trovadores chamameceros, retratando algunas obras emblemáticas como “Oh ché gente cuera”, “Conjunto Pena y Olvido”, “Estudiante del interior”, fueron parte del convite.
Ya fue un sacudón de emociones, todo a su alrededor fue mágico y el público quedó cautivo de una propuesta excepcional, comandada por “Chingui” y “Chingoli” Boffil. El motivo popular “El carau” la mejor versión de esta obra moldeada por la magia de “Marito” fue retrato perfecto de sus herederos, de lo que hacía sentir el propio loretano, cada vez que lo interpretaba.
Un Cocomarola repleto fue testigo de la presentación más emotiva de la edición, un avío que identifica a la gran nación chamamecera y que tuvo el privilegio de sentir que el legado de Mario seguirá por mucho tiempo en los escenarios. “Chamamé de los esteros”, volvió a encender los celulares de una multitud, especialmente los jóvenes, que siguen sintiendo en lo más profundo las obras del destacado compositor.
Una asombrosa similitud de Mario en la voz de “Chingui” y la lograda interpretación en el acordeón de “Chingoli” bastaron para que la ovación sea constante en esta presentación destacada que mostraron en la máxima fiesta de este género. Así, “Chamamé de los esteros” sigue coloreando la imaginación por medio de este poema que expresa la máxima de la manera de vivir que tienen los correntinos en las zonas rurales del interior. Si alguien dudaba que no se podría escuchar las obras de Mario con la misma sensibilidad que las hacía, esta presentación dejó garantía de su continuidad. Y todos los que amaban estas obras tienen hoy la certeza de poder seguir disfrutando en la exquisita interpretación de sus hijos.
Las imágenes acompañaban cada obra, como un museo indispensable de la expresión más auténtica del chamamé, de este “filósofo” litoraleño que se encargó a lo largo de su vida de contar con veracidad cómo se vive en Corrientes.
Los carteles dedicados a “Marito” abundaron, mensajes de amor y esperanza, que intentaban alentar al cantautor a superas los problemas de salud que lo alejaron de los escenarios. “Me diste felicidad en tus chamamés querido Mario”, decía una pancarta mientras que otro rezaba “Mario, volvé a cantar a mi corazón”.
El público disfrutó cada momento, cada uno de ellos fueron emociones y todo se hizo esperanza, un “avío” que urgía cargarse de la poesía de un músico que supo traducir el sentimiento del pueblo. “Requecho” no podía estar ausente del cancionero de Los Bofill y la complicidad de la gente continuó.
“Buenas noches, es un domingo especial y estoy escuchando atentamente lo que están coreando; tenemos un televidente muy especial, se llama Mario Bofill”, dijo “Chingoli” y las voces se hicieron una, al grito de “olé olé olé olé, Mario, Mario”. Y continuó: “Mirá papá, este es el público que te está alentando desde Corrientes”.
A esto sumó buenas noticias, “quiero agradecer a Corrientes que levantó la mano por la salud de Mario”, dijo y añadió: “Somos la continuidad de un legado, somos Los Bofill y ustedes son como nosotros, hijos y legado, y anunciaron la canción “Viva la pepa” y la ovación no se hizo esperar.
No había casi espacios para bailar, pero las parejas se amañaron y en cada rincón del anfiteatro se hicieron homenajes en danza y en canto, en lágrimas y en sapukáis. Porque no hay manera más sentida de abrazar a un artista que a dado tanto al chamamé, que puso luz sobre la esencia y que mostró el camino por donde debe ir el sentimiento y la expresión de este género musical que sigue conquistando al mundo. Con la mano en el pecho, o en alto, con los vasos al cielo o la mirada adentro, el público no dejaba pasar la oportunidad de sumarse a cada letra de estas canciones que son el espejo de identidad, de sentir y de ser.
“Vamos a hacer una canción muy especial para todos, absolutamente para todos, los estudiantes”, soltó “Chingoli” y nuevamente el Cocomarola vibró. El sacudón vino de los jóvenes y de los que esperaban este momento y así compartieron el tema que todos querían “Estudiante del interior”.
“Conjunto musical Pena y Olvido”, fue el grito desde el escenario y replicó como un tsunami por todo el anfiteatro y el grito ensordecedor fue inevitable, y la euforia en el canto se escuchó en todos lados. A esta altura nadie se olvidó la letra y todos salieron “del pozo” en un sapukái que emocionó.
“Me emociono rápidamente y no puedo contarles la buena noticia, Mario evoluciona favorablemente, eso quería contarles”, dijo “Chingoli” y la esperanza se sintió en otra ovación.
“Cantalicio vendió su acordeón” y “Para volver a Santo Tomé” dejaron para una despedida a pura fiesta.
Quien diría que la magia no podría retornar sin Mario, pero sus hijos demostraron que esta esencia, este payé loretano, tendrá continuidad por mucho tiempo, mientras sigan juntos homenajeando a su papá.
Fue el mejor espectáculo de la fiesta, por lejos, y la mejor manera de seguir con su legado, será por la música de sus hijos. La revelación de la fiesta que mantendrá la esencia de Mario Bofill.