El secretario de Estado norteamericano, Marco Rubio, se reunirá este martes en Arabia Saudita con el canciller ruso, Serguéi Lavrov. La UE se siente marginada.
Tras su publicitado contacto telefónico que rompió el hielo inicial, Donald Trump y Vladimir Putin pondrán este martes sobre la mesa las primeras armas para un futuro acuerdo que ponga fin a la guerra en Ucrania, de la que el lunes próximo se cumplirán tres años.
Será en Arabia Saudita, en una cumbre de alto nivel liderada por los cancilleres de ambos países, Marco Rubio y Serguéi Lavrov.
El encuentro genera enormes interrogantes en Kiev. De hecho, el presidente ucraniano, Volodimir Zelenski, aclaró que su país no participará del diálogo y lanzó una alerta que retumbó en Washington: “Estados Unidos está diciendo ahora cosas que son muy favorables a Putin porque quieren complacerlo”, dijo a la cadena pública alemana ARD.
En Europa también hay alarma. La Unión Europea (UE) quiere ser parte activa de las negociaciones, aunque se muestra dividida sobre la posibilidad de enviar un futuro contingente militar a Ucrania como garante de un eventual tratado de paz. En síntesis, se siente marginada por la Casa Blanca.
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Trump se ha encargado de aclarar, desde antes de asumir su gobierno, que terminará con el respaldo económico y militar a Kiev y que buscará poner fin a la guerra con negociaciones directas con Putin. Ambos ya hablaron por teléfono el 12 de febrero y sentaron las bases para un primer encuentro bilateral en Arabia Saudita que se materializará este martes a nivel de cancilleres. De Riad podría surgir una fecha para el primer cara a cara entre ambos durante la segunda presidencia del magnate republicano.
El temor de Ucrania es que Trump negocie con Putin sin tomar en cuenta su postura. En Kiev todavía retumban las declaraciones del jefe del Pentágono, Pete Hegseth, que dejó en claro que, a juicio de Estados Unidos, la posición de Zelenski es sumamente débil. “Volver a las fronteras de Ucrania previas a 2014 es poco realista”, dijo el secretario de Defensa estadounidense. En términos geopolíticos, el mensaje fue contundente: Kiev debería hacer dolorosas concesiones territoriales a Rusia y olvidarse de recuperar la península de Crimea, anexada por Rusia aquel año.
Ucrania perdió una enorme porción del este del país desde la invasión rusa, el 24 de febrero de 2022, con avances y retrocesos. Ya son tres años de una guerra desgastante. Un vasto territorio de la oriental región ucraniana del Dombás, cuya población es mayoritariamente prorrusa, está en manos del Kremlin. En contraste, Kiev controla una franja de la región rusa de Kursk, que invadió en agosto pasado con la intención de abrir un nuevo frente bélico y obligar a Moscú a dividir sus esfuerzos bélicos. Su estrategia ha sido exitosa.
En Kursk, luchan miles de soldados norcoreanos junto a tropas rusas, en cumplimiento de un acuerdo de defensa firmado el año pasado por Putin y el gobernante Kim Jong-un que prevé asistencia militar recíproca en caso de agresión externa. Para Kiev, mantener su presencia en Kursk es vital para negociar con una carta fuerte frente a Putin.
Cuál es la posición de Europa
La UE no es ajena a la desconfianza que muestra Kiev, pero no hay una postura unitaria y las divisiones son notorias, en especial ante la posibilidad latente de que la OTAN deba enviar tropas de “mantenimiento de paz” ante un eventual acuerdo ruso-ucraniano.
Los líderes europeos se reunieron el lunes en París, en la víspera de la cumbre ruso-estadounidense en Arabia Saudita. El encuentro incluyó al primer ministro británico, Keir Starmer, cuyo país no integra la UE, pero es parte fundamental de la alianza militar atlántica.
Suecia y el mismo Reino Unido se mostraron dispuestas a enviar fuerzas de paz sobre el terreno, algo que rechazan de plano varios gobiernos, como el español, el alemán y el polaco.
El mayor temor europeo es que Trump se aboque a cerrar un acuerdo con Putin en soledad, sin tener en cuenta los intereses europeos y en especial de los ucranianos. El jefe del gobierno español, Pedro Sánchez, resumió esa desconfianza con un llamado a no darle a la guerra “un cierre en falso” o, en palabras del canciller alemán, Olaf Scholz, “una paz impuesta”.
Se está hablando a espaldas de los ucranianos sobre los resultados de unas conversaciones que no se han producido, que Ucrania no ha consentido y en las que no está invitada a la mesa”, dijo Scholz.
Pero no solo Trump quiere dejar de lado a la UE de cualquier negociación de paz. También Putin.
“No sé qué pintan (los europeos) en la mesa de negociaciones”, aseguró el canciller ruso, Serguéi Lavrov, antes de partir hacia la capital saudita.
El Kremlin no quiere saber nada con hacer partícipe a los gobiernos europeos en cualquier diálogo de paz. ¿La causa? Afirma que la UE incumplió los Acuerdos de Minsk, de hace una década, que buscaron poner fin a la anterior guerra del Dombás, la región de mayoría prorrusa que hoy está en el centro del conflicto.