El dogma libertario, el hastío del PRO y los caprichos del modelo

Todas las figuras del oficialismo fingen que están participando de una gesta cuando en la intimidad están viendo de qué manera sobreviven en un sistema donde solo dos figuras son fijas e inamovibles. Javier y Karina Milei.

El mundo libertario está atravesado no solo por el secretismo sino, además, por el dogmatismo. Todos fingen que están participando de una gesta cuando en la intimidad están viendo de qué manera sobreviven en un sistema donde solo dos figuras son fijas e inamovibles: Javier y Karina Milei.

En ese mundo, Sebastián Pareja emerge con el correr de los meses como el único e indiscutible referente libertario en la Provincia de Buenos Aires. Los intentos realizados por el asesor estrella Santiago Caputo por darle estímulo a otro tipo de dirigencia, mucho más proclive a las redes, por ahora, está fracasando.

Esa necesidad de pureza étnica hace que todos los que se lanzan a querer participar del oficialismo terminen teniendo un límite. A veces es el propio Pareja y otros, directamente, no llegan hasta ese umbral y tienen que consolarse con fotografiarse con Patricia Bullrich, Luis Petri y Diego Valenzuela, quien en el próximo 5 de marzo lo tendrá como invitado en la sesión inaugural del Concejo Deliberante de Tres de Febrero.

Uno de los muchos radicales que estuvo acompañándolos el martes pasada en Palermo ya empezó a darse cuenta: “Hacemos cualquier cosa, pero después seguimos esperando”.

Martín Menem es el coequiper estelar de Karina Milei en cada presencia provincial. El sobrino del ex presidente de la Nación es el más estrecho colaborador de la hermana presidencial, y entre ellos realizan el “control de pureza libertaria en sangre” por lo que se generan múltiples discusiones en todos los distritos del país.

Por eso, quienes todavía hoy empujan al PRO hacia las puertas libertarias, como Diego Santilli, Guillermo Montenegro y Cristian Ritondo cada vez tienen menos entusiasmo en dar la pelea cotidiana contra otros, incluido los propios dirigentes territoriales, que no quieren saber nada con disfrazarse de violeta, tal cual un telettubie. Para confirmación tuvieron la experiencia frustrada de Néstor Grindetti, quien fue frizado de un día para otro y nunca más llamado.

“Muchos se empezaron a dar cuenta que la sociedad, en esta discusión entre pasado y futuro, en su pelea con el kirchnerismo, ahora está entrando en un raro lugar, donde deberán elegir entre dos alimentos. Uno feo y otro vencido”, le dijo a El Cronista un especialista en comunicación institucional.

En la búsqueda de algo más “fresco”, cualquier rasgo de normalidad parecería ser novedoso. Eso creen algunos radicales que, más allá de tener una rara conexión con algunos sectores del oficialismo nacional, están decididos a rearmar un frente electoral con los viejos amigos del PRO, tan o más aturdidos que ellos.
Para mediados del mes de marzo está prevista una reunión de la que participen Miguel Fernández, Pablo Juliano, Ritondo, Santilli y Soledad Martínez, además de los históricos aliados de la Coalición Cívica. ¿Se animarán a participar otros como Julio Zamora y Florencio Randazzo?, lejos de todos los extremos políticos que hoy cubren la mayoría de las tendencias del país.

Sin embargo, la actualidad los atormenta. No se ven realizando ninguna movida política en medio de semejante drama viviente por la inseguridad. Eso también lo sufre el gobernador Axel Kicillof, quien por primera vez tuvo que hablar del tema luego de una sucesión de escalofriantes episodios de inseguridad seguidos de muertes que sacudió municipios tan disímiles como La Plata, Vicente López y Florencio Varela.

Solo para recordar, el año pasado se pararon todas las campañas previas a las presidenciales por la crisis que provocó el asesinato de una niña de 9 años, Morena Domínguez, en la previa de las PASO.

Por ahora, todo son reclamos puntuales por parte de la oposición en la legislatura, donde La Libertad Avanza no tiene una constancia producto que sus actores más responsables están enfrascados en la acumulación de políticos para su futura estructura. Como diría un ex amigo presidencial, “están haciendo lo que decían que venían a desterrar. Cada vez se parecen más a Horacio Rodríguez Larreta, quien cuando completó el álbum de fotos con políticos, terminó cuarto en las PASO”.

En el peronismo kirchnerista renovador, todo es desconfianza. Kicillof sabe que las mayores críticas por su política de inseguridad provienen desde el seno de su alianza política, la misma que hizo fracasar la aprobación del presupuesto, fiscal impositiva y endeudamiento. Más allá de los ataques por debajo de la línea de flotación que provienen del mileísmo, lo más grave pasa dentro de la gran casa oficialista bonaerense, en la que Cristina Fernández de Kirchner está diciendo, casi a los gritos, que sería una catástrofe electoral para el gobernador que desdoble las elecciones, algo que ella no quiere, porque de esa manera se discutiría solo de ese tema.

Por eso la aparición del X presidencial reclamando la intervención provincial les concedió a todos los sectores en pugna la excusa necesaria para agruparse y cerrar filas. ¿Alcanzará para olvidar las viejas y nuevas ofensas que entre ellos se propinaron en estos meses? Nadie lo sabe. Pero indudablemente algo provocará. Lo primero que sucedió fue un notorio cambio de actitud de Kicillof y su gestión que por primera vez en mucho tiempo habló de la inseguridad y le pidió a Milei trabajar en conjunto, algo que, por supuesto, el presidente contestó quemando toda posibilidad.

Lástima porque en la Provincia de Buenos Aires, más precisamente en San Isidro, se está produciendo un leading case de interacción entre las fuerzas federales y las bonaerenses por el muy buen diálogo que tiene Patricia Bullrich con su par bonaerense Javier Alonso, quizás mejor que el que tiene con el porteño Waldo Wolf.

En La Cava, la gestión de Ramón Lanús hizo que todo se coordine más o menos ordenadamente. ¿Por qué no pueden expandir este modelo a todo el Conurbano? Los caprichos del relato lo impiden.