Una noche para la Historia: Goya volvió a sus raíces con la presentación Pública de la Ley de la Primera Radicación Histórica
En una jornada cargada de emoción y sentido de pertenencia, Goya vivió este 9 de noviembre un hecho que quedará grabado en la memoria colectiva: la presentación pública de la Ley Provincial N° 6.157/2012, que consagra oficialmente la Primera Radicación Histórica de la Ciudad de Goya. El acto, realizado en el corazón de la Plaza Mitre, reunió a autoridades, vecinos, investigadores e instituciones que celebraron con orgullo este reconocimiento al pasado fundacional de la ciudad.
Una protagonista de la ceremonia fue la profesora Margarita Fogantini, miembro de la Comisión de Estudio de la Primera Radicación Histórica, quien en un discurso tan erudito como emotivo, revivió con palabras de gratitud y memoria los orígenes de Goya, evocando el espíritu de aquellos hombres y mujeres que, sin saberlo, dieron forma a una ciudad que nació “del río, de la fe y del esfuerzo”.
MARGARITA FOGANTINI
Presentación pública de la Ley provincial N° 6.157/2012 s/ Primera Radicación Histórica de la Ciudad de Goya (Corrientes).
En su discurso la profesora Margarita Fogantini expresó: “Cada pueblo guarda una raíz primera… un punto de partida que explica su destino.
Goya nació del río, de la fe y del esfuerzo. Nació del encuentro de culturas, del comercio temprano, de las fiestas populares, del trabajo silencioso y del sueño compartido de sus hombres y mujeres.
Volver a los orígenes no es mirar hacia atrás con nostalgia, sino hacerlo con gratitud.
En el año 2012, la Provincia de Corrientes decidió volver sobre ese punto de partida, y sancionó una ley sencilla en su forma, pero profunda en su sentido: la que creó la Comisión de Estudio de la Primera Radicación Histórica de la Ciudad de Goya.
Con ella, la Legislatura Provincial quiso honrar la historia de este lugar y reafirmar una convicción: que ningún pueblo puede comprender su presente si no conoce su pasado.
A través de esta Comisión —integrada por el doctor José Virgilio Acosta, el doctor Ernesto Walter Grosse y por mí — se nos encomendó la hermosa tarea de indagar los orígenes de Goya: primeros asentamientos, las sendas iniciales de este territorio que el río fue abrazando hasta hacerlo suyo, y que, con el paso del tiempo, fue tomando forma de ciudad, de paisaje y de memoria compartida.
Antes de continuar, queremos rendir un sentido homenaje al doctor José Virgilio Acosta. Su legado y su profunda dedicación a la historia de Goya fueron pilares en esta investigación. Su ausencia física no hace más que reafirmar la trascendencia de su aporte a esta ley, un trabajo que hicimos juntos y que hoy nos enorgullece presentar.
Y queremos extender un saludo especial y lleno de afecto al distinguido miembro de la Comisión de Estudio, el Dr. Ernesto Walter Grosse. Lamentamos su ausencia física en este acto, pero sabemos que su pensamiento lúcido y su vasta experiencia han sido pilares fundamentales en la elaboración del Informe que elevamos a la Cámara de Diputados.
Dr. Grosse, su trayectoria y dedicación son un faro para las nuevas generaciones de historiadores. Reciba nuestro sincero agradecimiento y los mejores deseos para su salud.
La ley reconoció el valor de la historia local: ese tejido de memorias, de nombres y de gestos que se heredan de generación en generación y que dan forma a nuestra identidad goyana. Cada documento hallado, cada fragmento encontrado fue una manera de volver a escuchar la voz de la ciudad en su tiempo primero.
Es reconocer el trabajo y la esperanza de quienes sembraron aquí las primeras raíces, muchas veces sin imaginar que estaban fundando una ciudad.
Y esta ley, al crear la Comisión, vino a recordarnos que la historia no es un archivo cerrado: es un camino que seguimos recorriendo cada día, cada vez que miramos con respeto lo que fuimos y con esperanza lo que todavía podemos ser.
Hoy, al evocar ese gesto legislativo, celebramos también el espíritu que lo inspiró: la voluntad de cuidar la memoria, fortalecer la identidad y de proyectar a Goya hacia el futuro con las raíces bien firmes en su historia.
Porque un pueblo que recuerda, un pueblo que valora su origen, es un pueblo que crece con dignidad y con alma. Goya sigue creciendo… pero no olvida de dónde proviene.
Y en esa fidelidad a su historia está, justamente, su mayor fortaleza.
Pero, para honrar esa historia, había que encontrar nuestro documento de identidad más antiguo. Había que encontrar la prueba de ese primer amanecer. Y fuimos a buscarla a los archivos. El documento de fecha 9 de noviembre de 1791 redactado por el comandante militar en Goya se encuentra en el Archivo General de la Nación.
Abordamos esta compleja cuestión basándonos en fuentes primarias irrefutables y en las obras fundamentales de grandes historiadores como Manuel Florencio Mantilla, Federico Palma, Hernán Gómez, Raúl Balestra, Sacerdote Cayetano Bruno, Pedro Antonio Cassani y Arturo de Carranza y recibiendo el invaluable aporte de otros especialistas como del Dr. Jorge Enrique Deniri y de los mismos coautores de la Ley, historiadores José Virgilio Acosta y Ernesto Walter Grosse.
Nuestra Comisión consultó decenas de fuentes primarias y secundarias, y recibió el generoso aporte de los más respetados historiadores, archiveros, documentólogos y especialistas de Goya y de la provincia de Corrientes.
El desarrollo de Goya fue espontáneo –“poco a poco”–, configurándose alrededor de ese puerto natural, en lugar de una posta o una capilla, como ocurrió en otros lugares.
Ante la falta de una decisión administrativa, los autores definen dos condiciones necesarias para considerar la existencia de una población:
1) Un asentamiento poblacional incipiente con intención de vecindad y 2) la identificación con un nombre estable.
El nombre “Goya” probablemente surgió de la tradición oral de comerciantes y forasteros (“lo de Goya”), refiriéndose al conveniente amarradero, antes que de los propios pobladores.
No hubo ceremonia, ni rollo de justicia, ni acta fundacional.
El hecho de mayor “virtualidad fundacional” reside en el primer reconocimiento oficial de este nombre “Puerto de Goya” por una autoridad competente, lo que legitima histórica y jurídicamente al núcleo poblado.
El hito clave es la aparición del topónimo “Goya” en un documento oficial.
Por su antigüedad, el acta presenta el castellano propio de 1791. Para que la información dirigida a ustedes sea completamente clara, leeré la versión en lengua actual, pero en aras de la brevedad y para enfocar nuestra atención en los aspectos cruciales seleccioné el parágrafo clave del texto.
En este Paraje de Batel, jurisdicción de San Juan de Vera de las Corrientes, a nueve días de noviembre de mil setecientos noventa y uno yo, el Comandante de Milicias de este partido y Plaza del Paraná, en virtud de la orden antecedente expedida por el Sr. Comandante de Armas y Subdelegado de la Real Hacienda para efectos de trabar el embargo sobre la partida de cueros pertenecientes a don Leandro Encinas, vecino de Buenos Aires, y residente en esta de Corrientes. Para cuyo fin nombré Contadores al Capitán Agustín Rolón y Ayudante a don Juan Paredes, y ante testigos contaron y se hallaron novecientos cuarenta y dos de cuya partida se condujeron a la casa de don Manuel Rubio ochocientos y veinte … y ciento veintidós, por defecto del rio crecido, se condujeron al Puerto de Goya …
¡Ésta es la clave! El documento prueba que el 9 de noviembre de 1791, el nombre “Puerto de Goya” no era un rumor, era un punto de referencia real, oficial y vital para una autoridad, lo que lo consagra como jalón fundamental en el desarrollo de nuestra historia.
Esto evidencia que Goya surgió espontáneamente y funcionaba como un punto estratégico del comercio fluvial y se consolidó como una escala de navíos fundamental.
En el curso de los años siguientes, el Puerto de Goya fue construyendo su identidad: el colectivo aquí asentado acumuló despaciosa, pero incesantemente, marcadores urbanos: la cuadrícula colonial; religiosos (el templo); estéticos (la música y la danza del chamamé); económicos (basados en la explotación y exportación pecuaria y el acopio de cueros); y judiciales-fiscales (la Aduana, Colectoría de Real Hacienda y el juzgado), etc.
Ya tenía desde antes, su posta en el camino real que la vinculaba con Buenos Aires y Corrientes, su resguardo que vigilaba y fiscalizaba las operaciones mercantiles y su Juez Comisionario que resolvía pleitos civiles de menor cuantía y garantizaba el orden y la seguridad de sus vecinos.
Y un día amaneció “población” como suma de otros amaneceres premonitorios de su rango.
Su existencia no fue un hito fundacional, sino un proceso lento, donde su nombre, “Puerto de Goya”, se fue labrando en la historia, quedando grabado en documentos oficiales desde tan temprano como el 9 de noviembre de 1791, confirmando su imprescindible rol en el comercio del Litoral.
Queridos hombres y mujeres que dan vida a nuestra ciudad, vecinos del corazón de Goya: Recordemos siempre nuestras raíces, caminemos juntos con orgullo por nuestra historia y sigamos haciendo de Goya una ciudad que late con memoria viva, identidad y esperanza.
Que tengan una serena y memorable noche, de esas que invitan a mirar el río y sentir orgullo de la historia que nos dio raíz. Muchas gracias por acompañarnos en este hito para Goya”.
Con esas palabras, la profesora Margarita Fogantini selló una jornada histórica, una noche donde Goya volvió a encontrarse con su origen, reafirmando su identidad y su destino a orillas del río que la vio nacer.















