Consumo que no reacciona, precios atrasados y balances en rojo: así cierran 2025 las grandes alimenticias

La debilidad del mercado interno, la dificultad para trasladar costos y el impacto financiero marcaron el año de Mastellone, Arcor, Molinos y Ledesma.

El cierre de 2025 deja una señal clara para las principales empresas alimenticias del país: aun con un escenario macroeconómico más estable, el consumo masivo no logró recomponerse y los balances volvieron a reflejar un negocio bajo presión. Con precios que avanzaron por debajo de los costos, márgenes ajustados y un frente financiero adverso, varias compañías terminaron el año con pérdidas, incluso en casos donde la operación mostró señales de ordenamiento.

Lejos de tratarse de situaciones aisladas, los números de Mastellone, Arcor, Molinos Río de la Plata y Ledesma confirmaron un patrón sectorial: la recuperación sigue siendo incompleta y el mercado interno continúa siendo el principal límite para la rentabilidad.

Mastellone, mejora operativa en un contexto adverso
La dueña de La Serenísima profundizó en 2025 sus números negativos. Tras un primer semestre en rojo, acumuló a septiembre una pérdida neta de $28.431 millones, afectada principalmente por el impacto de la devaluación del peso en la valuación de activos y pasivos en moneda extranjera.

En un contexto de consumo interno deprimido, la compañía destacó que logró sostener un resultado operativo positivo, con una ganancia superior a los $4.100 millones, apoyada en mejoras de eficiencia y mayor acopio de leche. El volumen total vendido creció, pero las ventas locales apenas avanzaron 0,9% interanual, reflejando que la demanda doméstica continúa frágil.

En contraposición, el negocio exportador ganó peso en el mix de facturación, apalancado en mejores precios FOB y un tipo de cambio más competitivo. Aun así, el desempeño operativo no alcanzó para compensar el impacto financiero del período.

En términos de volumen, Mastellone comercializó 1.059 millones de litros de leche, un 12,6% más que en igual período del año pasado, con 333 millones de litros destinados a exportación.

El resultado contrasta con los ejercicios previos: en 2023 la empresa había cerrado con una pérdida integral de $13.189 millones, mientras que en 2024 había revertido la tendencia con ganancias extraordinarias por diferencias de cambio. En el primer trimestre de 2025, el resultado integral aún era positivo ($2.512 millones), pero la volatilidad del segundo trimestre y la devaluación del tercero deterioraron el balance acumulado.

La compañía, que procesa alrededor de 3,65 millones de litros de leche por día, incluyendo los volúmenes del joint venture con Danone, reiteró que mantiene su compromiso con el desarrollo de la cadena primaria. En su proyección hacia el próximo año, anticipó que “buscaremos crecer en volumen alcanzando a más consumidores, con mayor oferta de productos de calidad al mercado interno, pero pondremos especial foco en los negocios vinculados con el comercio exterior”.

Arcor: menos ganancias y fuerte impacto del frente financiero
Por su parte, Arcor, en su último ejercicio informado por el período de nueve meses, cerró con una caída del 74% en las utilidades, en un contexto de consumo débil y precios que no acompañaron el ritmo de la inflación. El grupo reportó ventas consolidadas por $3,51 billones y un resultado financiero negativo cercano a los $98.700 millones, que explicó buena parte del deterioro del balance.

En Argentina, la compañía enfrentó un escenario complejo: el consumo masivo no logró recuperarse y algunas categorías claves mostraron caídas, especialmente en alimentos básicos. Aun así, la empresa destacó una recuperación en volúmenes de golosinas, chocolates y galletitas, aunque insuficiente para revertir la presión sobre el negocio alimenticio.

En este marco, la firma destacó que los aumentos de precios en alimentos quedaron rezagados frente a los costos, mientras que la evolución del tipo de cambio tuvo un efecto adverso sobre la exposición en moneda extranjera. El desempeño fue dispar: el consumo masivo siguió presionado en el mercado local, mientras que las divisiones industriales, de agronegocios y packaging mostraron mejores resultados, impulsadas por exportaciones.

Ese contraste permitió sostener el margen operativo, pero no evitó un retroceso significativo en la ganancia final del ejercicio.

De cara a lo que viene, Arcor anticipó que seguirá de cerca la evolución del consumo interno, que continúa presionado por el deterioro del poder adquisitivo, y los precios internacionales de materias primas, claves para su negocio industrial. La compañía también advirtió sobre la volatilidad de los mercados financieros y las tensiones geopolíticas, factores que podrían incidir en su desempeño.

Molinos, el reflejo más crudo del ajuste del consumo
Molinos Río de la Plata volvió a confirmar en 2025 su rol como termómetro del consumo argentino. La alimenticia del grupo Pérez Companc cerró los primeros nueve meses del año con una pérdida neta de $37.403 millones, en un escenario de fuerte retracción de la demanda interna.

La facturación cayó 22% interanual, los volúmenes retrocedieron casi 10% y los precios avanzaron muy por debajo de la inflación. El resultado operativo fue negativo y el impacto financiero profundizó el rojo del balance, pese a los esfuerzos por ajustar costos y administrar el capital de trabajo.

Aunque el flujo de efectivo mostró una mejora hacia el final del período, la compañía admitió que el consumo masivo continúa condicionado por la baja liquidez de hogares y empresas, el alto costo del crédito y un comportamiento más defensivo de los clientes.

La empresa explicó que el deterioro responde a la recesión del mercado local y a una presión competitiva creciente que obligó a sostener volúmenes con precios rezagados. “Frente a este entorno, donde se profundiza la presión competitiva, la Sociedad intensificó la gestión y revisión de sus costos operativos y gastos centrales, continuando con la implementación de un estricto programa de control, buscando generar eficiencias y mejoras en todos los procesos”, sostuvo Molinos en su reseña informativa.

Más concretamente, el impacto de la recesión fue especialmente visible en los segmentos clave. En alimentos, las ventas alcanzaron 317.733 toneladas, un descenso del 9,4% interanual. En bodegas, la caída fue más pronunciada: de 2,05 millones de cajas a 1,6 millones, tanto por menor demanda local como por una baja en exportaciones.

Ledesma: trimestre en rojo y presión financiera persistente
En Ledesma, los números más recientes confirmaron que el deterioro se mantuvo hacia el final del año. La agroindustrial registró una pérdida neta de $17.279 millones en el período de tres meses finalizado el 31 de agosto de 2025, profundizando la tendencia negativa que ya se observaba en balances anteriores.

Durante el trimestre, la compañía exhibió un resultado operativo negativo de $7.642 millones, afectado por menores niveles de actividad y márgenes presionados en sus negocios de azúcar y papel, en un contexto de demanda interna aún débil. A ese desempeño se sumó un resultado financiero negativo de $19.097 millones, impactado por las altas tasas de interés y la depreciación del peso.

Si bien las exportaciones volvieron a funcionar como un amortiguador parcial, el trimestre cerró nuevamente en rojo, mostrando que el frente financiero siguió siendo uno de los principales condicionantes del negocio.

Lo cierto es que la empresa viene de afrontar un año muy complejo, que incluyó no solo un recorte productivo sino también de trabajadores, y eso se vio reflejado en su balance anual cerrado en junio pasado en el que reportó una pérdida de $25.178 millones, frente a una ganancia de $56.186 millones el año anterior. La facturación consolidada se contrajo 21,5% y el resultado operativo pasó de $130.241 millones a un rojo de $19.193 millones.

Las empresas miran 2026 con cautela
En conjunto, los balances de las principales alimenticias dejaron un mensaje claro: 2025 fue un año de transición, pero sin alivio efectivo para el sector. La estabilidad macro no se tradujo en una mejora sostenida del consumo, y las compañías continuaron operando con precios ajustados, costos elevados y márgenes estrechos.

De cara a 2026, el desafío sigue siendo el mismo que a comienzos de año: esperar una recuperación real del poder adquisitivo que permita recomponer volúmenes y rentabilidad. Hasta que eso ocurra, el negocio de alimentos seguirá moviéndose en un terreno donde el ajuste interno y las exportaciones son la principal defensa frente a un mercado interno que todavía no reacciona.